Diospadre mĂo, no me abandones. Querido señor JesĂșs, padre mĂo, Te entrego el control de mi vida. Te invito a entrar en mi corazĂłn y en mi vida. ConfĂo en ti
Yfue enviado Rafael a curar a los dos: a Tobit, para que se le quitaran las manchas blancas de los ojos y pudiera con sus mismos ojos ver la luz de Dios; y a Sarra la de RagĂŒel, para entregarla por mujer a TobĂas, hijo de Tobit, y librarla de Asmodeo, el demonio malvado; porque TobĂas tenĂa mĂĄs derechos sobre ella que todos cuantos la pretendĂan. Dios mĂo, Dios mĂo! ÂżPor quĂ© me has abandonado? ÂżPor quĂ© te niegas a ayudarme y ni siquiera escuchas mis gemidos? Cada dĂa clamo a ti, mi Dios, pero tĂș no me respondes; clamo de noche pero no hallo reposo. Pero tĂș eres santo, tĂș eres rey, ÂĄtĂș eres la alabanza de Israel! Ellos confiaron en ti y tĂș los libraste. Porquien no agradece tus favores, no abandones nunca tus labores. Si algo muy provechoso tĂș puedes hacer no dejes que con el tiempo se te pueda perder. A quien te aconseja encubrir de tus amigos mĂĄs le gusta engañarte que los higos. Si Dios te concediera honda seguridad, intenta tĂș ganarte feliz eternidad.